
Símbolos
De todos los símbolos que se reúnen en la masonería del Arco Real el primero es la circunferencia, el emblema de la eternidad: no tiene ni principio ni final, y justamente considerado como una imagen de Dios sin días de comienzo ni fin. El folclore le dio propiedades mágicas, y se creía que protege de todo mal externo aquello que contenía o rodeaba, por lo que si un niño era
colocado dentro de un círculo se creía que estaría protegido de influencias externas malévolas.
Así, también, el anillo del dedo, la pulsera, la tobillera y el collar, que llegaron a ser usados como adornos, fueron originalmente considerados como medios de protección contra el mal. El círculo es la imagen del sol, lo que llevó a convertirse en el símbolo del oro puro. John Read nos dice que se entendía como una relación mística con el Tetragrámaton, el Nombre inefable.
El círculo, como símbolo de la eternidad, era frecuentemente representado por la serpiente que come su propia cola, el uróboros. La serpiente misma es el emblema de la vida, pero de vuelta en los tiempos bíblicos también debe haber sido de la Sabiduría: “Sed, pues, prudentes como serpientes” (Mateo X, 16). El cierre de cintura del mandil masónico conserva la forma de una serpiente, pero la idea de la serpiente devorándose a sí misma y de las muchas variaciones del motivo de la serpiente son menos visto en la actualidad.
Todo el diseño era un símbolo de la eternidad e inmortalidad; la serpiente, el símbolo de la sabiduría divina, de poder y de energía creadora, de tiempo y eternidad, de la vida y la regeneración. En mayo de 1811 el Gran Maestro, el Duque de Sussex, Maestro de la Lodge of Antiquity, N° 2, invistió a William Preston, un gran personaje en la masonería del siglo XVIII, y cuyo nombre está ligado a las Conferencias Prestonianas; la joya, que todavía está en uso en esa Logia, es de oro y adopta la forma de un círculo completo; el ojo para la cinta está justo donde la cabeza de la serpiente está empezando a comer su cola.
Los antiguos filósofos estuvieron muy preocupados por el problema de la cuadratura del círculo que es, en efecto, encontrar la proporción exacta de la circunferencia del círculo a su radio. Por ejemplo, en un libro de principios del siglo XVII, de un notable Rosacruz y alquimista, Michael Maier, es un enérgico dibujo de un estudioso manejando los compases en el acto de la cuadratura del círculo sobre un muro que actúa como su tablero de dibujo y donde el círculo y el triángulo se muestran superpuestos.
En otro dibujo del mismo período, esta vez por Stolcius, hay una colección completa de figuras geométricas o símbolos, como el cuadrado, triángulo y círculo, y también, se señaló, la piedra cúbica y todo esto en la década de 1620, un período de importancia fundamental en relación con la aparición de la masonería. Las representaciones geométricas de la Trinidad (los círculos entrelazados), círculo y triángulo, y los triángulos entrelazados, son diseños muy cercanos al Arco Real.